¡Qué soleado estuvo el año!

Opinión
/ 10 diciembre 2025

Tan soleado estuvo el año que tuvieron el temple de convocar a un mitin masivo (¿acaso hay de otros?) para celebrar los siete cabalísticos años del triunfo de su movimiento.

Una de las leyendas urbanas, que a base de repetirse sin el menor sentido crítico se toma como verdad absoluta, es aquella falsa anécdota según la cual, tras los sangrientos hechos del 2 de octubre del 68, el comunicador Jacobo Zabludovsky abrió su noticiero con la frase: “¡Hoy fue un día soleado!”.

La revisión factual del relato enfrenta diversos problemas, a saber, el primero de todos: ¡Que en 1968 ni siquiera existía el espacio noticioso televisivo de Zabludovsky, sino que éste comenzó a transmitirse hasta 1970!

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Yo creo que con eso, ¿verdad? No veo la necesidad de repasar otras evidencias que desmientan el bulo.

¿Por qué es tan popular?

Pues por la sencilla razón de que –pese a su inexactitud– ilustra a la perfección la censura ejercida por el oficialismo de aquellos años y, sobre todo, la actitud pasiva de los medios alineados y alienados con el priato.

No es Zabludovsky, sino Televisa, los diarios, toda la prensa oficiosa de aquella época...

Y no se trata del clima, sino de las Olimpiadas, el Mundial, la unidad nacional que pregonaba Díaz Ordaz o cualquier otro tema trivial que ocupara el protagonismo que el descontento social y su sangrienta represión merecían.

Jacobo abriendo su noticiero tras la Matanza de Tlatelolco con una optimista nota meteorológica no es una anécdota, es una caricatura, sin rigor histórico, pero con fines ilustrativos del ambiente de la época.

Pero parece que algunas mentecillas de tan débiles se ven por completo rebasadas por una simple alegoría y se toman todo a pie juntillas.

Desde luego, no ayuda que, en efecto, Jacobo se convirtió en instrumento de control informativo y mediático del Estado y que, al cabo de tres décadas desempeñando dicho papel, se convirtiera en una parodia de sí mismo. Pero eso no es excusa para andar dando por buenos los mitos.

Estamos por concluir el 2025, uno de los años más soleados de los que tengamos memoria. ¡Qué digo soleado! ¡Radiante, refulgente, resplandeciente, enceguecedor!

O al menos eso dicen los meteorólogos de la 4T, liderados por la chamaca del clima titular, licenciada ciudadana doctora tlatoanesa, Claudia Sheinbaum Pardo.

Tan soleado estuvo el año que tuvieron el temple de convocar a un mitin masivo (¿acaso hay de otros?) para celebrar los siete cabalísticos años del triunfo de su movimiento. (Era lo de menos... Se dice que uno puede aventar un dardo sobre un calendario y, sin importar la fecha en que caiga, la 4T tiene algo que celebrar: desde el nacimiento de AMLO en un pesebre tabasqueño hasta su primer cateterismo de rutina).

Motivo no iba a faltar. De lo que no estábamos tan seguros era de si acaso la instalación abovedada para la cocción intensa de alimentos estaba como para bizcochos.

¿Estaba el horno pa’bollos? Eso ya es discutible.

En el cielo azul que describe la Presidenta al parecer no figura un oscuro nubarrón llamado Teuchitlán (Rancho Izaguirre) el que, allá cuando el año aún era joven, supusimos que sería la tragedia del año, del sexenio.

Pero es que ni siquiera parece haber trascendido más allá de lo que duró el guato-argüende por la cinta “Emilia Pérez”. (Ojo: El Rancho Izaguirre no fue ni de coña el único campo de “adiestramiento” del que tuvimos conocimiento este año).

Se hablaba de un campo de exterminio –¡nuclear, Jacobo, nuclear! (esa sí fue real)–, pero cual Lobo de “Pulp Fiction” llegó el hoy destituido “por la buena”, el exfiscal Gertz Manero, para manejar la crisis con la sutileza de un tractor: Destruyó la escena, desapareció la evidencia, convirtió la pesquisa en un circo y hoy Teuchitlán es historia. ¡El sol volvió a brillar!

La guerra entre los Chapitos y la Mayiza, que asoló a Sinaloa, tampoco parece haberle cobrado a Sheinbaum la factura que era de esperarse. Es como si toda esa entidad perteneciera a otro país, porque rara vez (o nunca) figura en el imaginario de la doctora, como no sea para asegurar que su “Chanoc”, García Harfuch, ya se hizo cargo de todo.

Por cierto, de Sinaloa hablando, las primas Leydi y Alexa, de 11 y 7 años, asesinadas en el vehículo familiar en que viajaban, luego de ser acribillado (119 impactos de bala) por el Ejército Nacional, tampoco oscurece la resplandeciente narrativa del Segundo Piso de la Transformación. Se habló de un fuego cruzado, pero se supo luego que los uniformados atacaron al vehículo sin motivo ni advertencia.

Hubo otras masacres, aunque tan siquiera citarlas sería (además de ocioso) imposible en este espacio. Pero no dejemos de mencionar a los colaboradores de la Jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, doble homicidio que no ha sido esclarecido a satisfacción de nadie, pese a ser de muy alto perfil.

También, un delegado de la FGR (Ernesto Cuitláhuac Vázquez Reyna) fue asesinado entre balazos, granadas de fragmentación y explosiones en la apacible ciudad de Reynosa... Un caso al parecer conectado con el descubrimiento de la red de huachicol fiscal, el escándalo de corrupción (no me cansaré de decirlo) más grande en la Historia de México.

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Pero en realidad son alrededor de 56 los funcionarios y actores políticos los que habrían perdido la vida en hechos violentos durante el año que aún estamos por concluir. Entre los que destacan, tristemente, Bernardo Bravo, líder de los limoneros michoacanos asesinado en octubre y, desde luego, el alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, ultimado frente a su hijo y, peor, ante la incapacidad de la escolta provista por el supergabinete de seguridad del Gobierno Federal, y del que ya se ha escrito un mar de tinta sin que la justicia siquiera asome. Pero eso no tendría por qué oscurecer la meridiana resplandecencia de la Dactara Prasadanta.

Esta apretada pormenorización de lo radiante que estuvo el año no estaría completa sin recordar el resultado de la última marcha organizada en reclamo a la autoridad: Un Zócalo secuestrado, los manifestantes agredidos por el llamado bloque negro, lesionados, arrestados y criminalizados... ¡Algunos acusados de intento de homicidio! ¿Quién se atreve a volver a marchar contra el todopoderoso gobierno transformador la próxima vez? ¡Ya lo veremos!

Y como cereza del pastel (espero que por fin), mientras la doctora y el medio millón de ciudadanos que de toda la República se organizaron espontáneamente para ir a apoyarla en el Zócalo (la gente en este país no tiene otra cosa mejor que hacer que celebrar a sus burócratas), un coche bomba estalló en Coahuayana (pese a la implementación del Plan Michoacán), evento que la flamante fiscal, Titina Godoy, calificó de terrorismo sólo para recular horas más tarde porque... pues, ¡qué pinche exageración! ¿No cree?

Por eso, amigo chairo, amiga cuatri-transformada, no deje que nadie ni nada le contradiga a usted o a la seño Shein: ¡Éste fue un año soleado, muy soleado!

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