Reto en la educación: las nuevas generaciones y la tecnología

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Muchas empresas decidieron ya establecer las relaciones a larga distancia con los jóvenes. Han, estos, empezado a marcar la pauta
Resulta de gran interés la manera en que los jóvenes pertenecientes a la Generación Z han empezado a ser caracterizados por la conocida como “telefobia”, es decir, fobia a contestar el teléfono. Investigaciones, que ya están en boga con relación a este tema, señalan que los miembros de esta generación asocian el teléfono como portador de malas noticias.
Las conversaciones con ellos fluyen a través de redes sociales y correo electrónico, entre otros medios digitales. Contestar de inmediato una llamada conduce a la idea de que en el momento se debe responder lo que de viva voz se articula desde el otro lado de la línea.
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Y ese contestar de inmediato, para muchos, no solamente para los jóvenes de esta generación, obliga a dar respuestas, cuando se desearía extender el tiempo para meditarlas. La llamada telefónica demanda el imperativo de instantaneidad en la respuesta; el mensaje a través de las redes sociales o del correo electrónico da la oportunidad de dilatar, si así se desea, una respuesta mayormente reflexiva.
Nada que ver con aquellas jornadas maratónicas con el teléfono fijo. Los miembros de generaciones del siglo anterior mantenían por horas a los adolescentes y jóvenes unidos al auricular. Las limitantes eran principalmente de orden económico: los costos que nuestros mayores describían como exorbitantes si la llamada se producía con alguna persona fuera de la región o el estado: las llamadas de larga distancia.
Pero, ¿qué ha producido este fenómeno y cómo encararlo las instituciones, las empresas, los servicios en general? La pandemia ocasionada por el COVID-19 figura entre uno de los principales responsables. Los niños, los adolescentes y los jóvenes del momento, de hace cinco años, cuando ingresaban al mundo social fuera del hogar, de pronto vieron suspendidas sus relaciones extrafamiliares y lo concerniente a la educación hubo de ser, como por supuesto lo recordamos, trabajado frente a una pantalla de computadora, de celular o de televisión.
Todos, maestros, empleados, comerciantes, nos tuvimos que adaptar a las nuevas circunstancias y hubo que idear métodos de enseñanza, inaugurarlos, para intentar cumplir con los contenidos y programas de los cursos; con los objetivos de las empresas; con las metas de la economía.
Esa experiencia es el antecedente muy cercano y directo de esta forma en que se han instalado los jóvenes, entonces niños y adolescentes. Para ellos, la manera de interactuar en estos rubros es a distancia y con tiempo.
En la actualidad, muchas empresas decidieron ya establecer las relaciones a larga distancia con los jóvenes. Han, estos, empezado a marcar la pauta, planificando y preparando los mensajes en respuesta a los que reciben.
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Para reflexionar, ponemos sobre la mesa la siguiente manera en que los niños de ahora establecerán nuevas dinámicas. Los cambios se han ido dando debido a circunstancias como la de la pandemia, pero gracias igualmente al escenario que ofrece la tecnología. Uno que viene gestándose en camino es que los que pronto se convertirán en jóvenes vienen de una infancia y de una adolescencia que ordena a la tecnología que haga cosas por ellos: desde abrir o cerrar puertas a la distancia, poner una canción, subir o bajar el volumen o encender la luz, hasta textos o más trabajos con la Inteligencia Artificial.
Integrantes de una generación que dan órdenes desde muy pequeños y que una máquina resuelve sin poner obstáculos. En la educación han de estudiarse estrategias con este añadido en las nuevas generaciones, que en pocos años empezarán sus estudios superiores.
Ante nosotros, un reto.