Saltillo: Presupuesto participativo, un salto cualitativo relevante

Opinión
/ 16 junio 2025

Integrar a la ciudadanía al proceso de definición del presupuesto público implica un salto cualitativo importante que debe traducirse en mejores decisiones colectivas

La democracia, se ha dicho en innumerables ocasiones, es mucho más que simplemente designar, en elecciones libres, a quienes nos representen para tomar decisiones en nuestro nombre. Además de lo anterior, es posible −y deseable− que se exploren otros mecanismos que mejoran el ejercicio del poder y lo vuelven realmente democrático.

Uno de esos mecanismos es el de los llamados presupuestos participativos, mediante el cual la ciudadanía puede incidir directamente en la toma de decisiones relacionadas con la forma en la cual se ejercen los recursos públicos, que todos aportamos a la hacienda colectiva.

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No se trata de una idea nueva, es necesario decirlo. Desde hace un buen número de años viene utilizándose esta forma de democracia directa en distintas latitudes del país. A nuestra región, sin embargo, han tardado en llegar este tipo de mecanismos.

Pero, como lo consignamos en el reporte que publicamos en esta edición, el Cabildo de Saltillo ha aprobado −por unanimidad− un reglamento mediante el cual han quedado instituidos en nuestra ciudad los mecanismos para que la voz de la ciudadanía se tome en cuenta al momento de aprobar el presupuesto de obras a realizar por el Ayuntamiento.

Las reglas, aprobadas por la máxima autoridad municipal, establecen la creación de “comisiones sectoriales”, las cuales estarán integradas por vecinos de diversas colonias, además de un Consejo Municipal, cuya responsabilidad será dar seguimiento a los proyectos aprobados.

Más allá de las formalidades específicas contempladas en las nuevas reglas, resulta obligado ponderar la importancia de una regulación como la señalada, pues se trata de que el mandato popular que la autoridad municipal ha recibido en las urnas se nutra con la opinión de quienes, en los distintos sectores de la ciudad, padecen las carencias que nuestra ciudad tiene.

El diálogo que este proceso supone implica generar un círculo virtuoso mediante el cual el programa de actividades que la autoridad municipal debe ejecutar cotidianamente sea, en verdad, producto del mandato popular, y no solamente un conjunto de decisiones tomadas en un escritorio.

Habrá que ver cómo funciona en los hechos, desde luego, y estar al pendiente de que el mecanismo se afine de forma permanente, de manera que no se trate simplemente de una impostura, sino de una auténtica participación de la ciudadanía en la toma de las decisiones que le afectan.

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Es de entrada, sin embargo, una buena noticia que la administración de Saltillo haya tenido la iniciativa de incorporar la voz de la ciudadanía en la toma de decisiones cotidianas relacionadas con el ejercicio del gasto público, pues ello implica avanzar en la adopción de mejores formas de gobierno.

Desde el otro lado de la mesa, el de los ciudadanos, habrá que comprometerse al uso responsable de este nuevo instrumento, a fin de convertirlo en uno que aporte virtud al ejercicio del poder, largamente caracterizado en nuestro país por el despotismo.

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