MONCLOVA, COAH.- Juan Francisco Vielma de León lleva años con una encomienda que se adjudicó a sí mismo, ayudar a personas en situación de calle en lo que mejor pueda y hasta donde ellos se lo permitan. Porque si algo sabe bien son tres cosas: que tocar fondo le puede pasar a cualquiera, que salir del hoyo requiere de ayuda y que el primer paso siempre es personal.
“Homy” Vielma aprendió esto a la mala, ya que en su vida de altibajos y contrastes pasó de policía a pandillero y delincuente y luego a vivir en la indigencia; época de la que recordó hace unos años en una entrevista, “su único patrimonio era una cobija sucia”.
Como no es de hablar mucho del pasado, lo que se sabe de su presente es que creó el centro de hospedaje para vagabundos, abuelos abandonados, alcohólicos y adictos en proceso de recuperación, “Generando Vida” y que para mantenerlo funcionando trabaja mucho, ya que si bien es una organización legalmente constituida, opera con apoyo de pocos ciudadanos comunes, que no le solicitan recibos deducibles de impuestos.
LES EXTIENDE SU MANO
Vielma de León, bien conocido por personal de Protección Civil y oficiales de la Policía Municipal en Monclova por su labor de rescate, recorre los lugares que sabe son predilectos para quienes usan la calle como hogar y se acerca a ellos para platicar y ofrecerles algo de descanso y alivio.
Si el ánimo con el que se levanta por la mañana se lo dieran las personas que ha logrado rehabilitar, hace mucho que hubiera dejado esto, ya que como cuenta, la mayoría de los que aceptan apoyo solo pasan aseados, sanos y sobrios poco tiempo y luego vuelven a su vida habitual.
No obstante eso no le hace mella a la voluntad de Juan Francisco, quien ha mostrado ser invulnerable; quizá porque entiende que quien mira mucho tiempo al abismo se termina convirtiendo en uno.
Así que entonces da igual, ya que las breves victorias que obtiene cuando convence a algún adicto a dejarse ayudar, y le proporciona aseo, mejor ropa, alimentación y revisión médica y ve la transformación, son suficientes para seguir en la lucha y no desanimarse aunque a los pocos meses los encuentre de nuevo devastados.
Dijo que de los adictos que ha ayudado, algunos no regresan, otros se mantienen buen tiempo en el albergue y se les alimenta y busca trabajo y de algunos más se ha enterado por los medios que fueron encontrados muertos, porque esa es la vida que ellos toman, aunque con uno que se recupere, dice, habrá valido la pena el trabajo.
DE UN GRUPO DESVALIDO
Han pasado y hay también ancianos entre el grupo que apoya “El Homy”, muchos de los cuales han sido abandonados y se vuelven su prioridad. A otros sus mismos familiares los dejan en el centro porque no tienen tiempo para atenderlos y luego los olvidan.
Asegura, basado en su experiencia, que si bien no hay una estadística del número de personas sin hogar que deambulan por Monclova, cada vez el número aumenta.
Hablando de esto, hace unas semanas calificó de alarmante el número de abuelos en abandono, dijo que a algunos los dejan fuera del albergue y que diariamente recoge entre dos y cuatro abuelos en la calle.
Si bien todos llegan con muchas necesidades materiales, su situación emocional es tan precaria y sufren tan fuerte depresión, que no sólo requieren de ropa, comida y cobijo, sino de calor humano; ya que son numerosos los casos de ancianos hacinados en cuartos por su propia familia en condiciones deplorables.
CRISIS DE AHMSA LO AFECTÓ
En los años que tiene ayudando a personas desvalidas ha pasado de todo, desde carencias y críticas, a muestras de cariño y la satisfacción de ver sonreír a quien meses antes encontró sin esperanza en la calle.
En la casa de rescate de la calle Matamoros 426 norte, cualquiera puede ver el estado en que se encuentran los abuelos y sus necesidades, que como para todos los monclovenses, aumentaron por la crisis de AHMSA.
Hace alrededor de tres semanas tuvo que hacer un llamado de apoyo porque no tenía ni para solventar la comida del día: “ni para huevo y gas tengo”, comentó y luego de solicitar lo básico para una comida, aunque con apuros, lo solventó.
Asegura que la situación de la empresa acerera afectó la economía de muchas de las personas que le realizaban donaciones, y ya no lo hacen, por lo que sus abuelitos corren el riesgo de quedarse sin hogar.
De cómo los atiende y de las limitantes que hay en la casa, dijo Vielma de León que lo único que no se puede permitir es atender mujeres, ya que él es quien asea y sirve a los abuelos y eso complica todo.
Si bien tiene intenciones de crecer, con algún otro cuarto, ese plan es a futuro, porque con las donaciones de alimentos perecederos o imperecederos y las pequeñas cantidades de dinero que va juntando, apenas cubre los pagos de servicios y el gasto diario en alimentos.
Pero esto al “Homy” no lo desanima, porque el trato diario con gente en la etapa final de la vida le deja enseñanzas prácticas y otra que quizá no alcance a dimensionar en el momento pero que sin saberlo ya la interiorizó, la de que la vejez tiene una ventaja, que nos quita la idea de futuro y entonces se puede vivir de verdad el presente.