Los templos más antiguos de Saltillo están en un radio de un kilómetro
La ciudad se fundó en 1577, 15 años después se aperturó el primer recinto católico. Desde entonces no se han dejado de construir templos, la Diócesis de Saltillo inauguró el más reciente el pasado 24 de marzo.
El catolicismo es inherente a la historia de Saltillo. Tan así, que hay inmuebles religiosos que han acompañado a la ciudad casi desde sus inicios.
Entre los más de 50 espacios en la capital coahuilense dedicados a la fe católica, destacan cinco edificaciones por ser las más antiguas y estar ubicadas en un radio de un kilómetro en el Centro Histórico: la parroquia de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, la iglesia de San Francisco de Asís, la catedral de Santiago Apóstol, la capilla del Santo Cristo y el templo de San Juan Nepomuceno.
El por qué de su cercanía obedece al crecimiento de la originalmente llamada Villa de Santiago del Saltillo. El núcleo de la villa era la actual calle Ignacio Allende. Al poniente se instalaron los tlaxcaltecas, al oriente los españoles.
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LA PIONERA
Localizada entre las calles Victoria, Padre Flores y Ocampo, la parroquia de San Esteban de la Nueva Tlaxcala se jacta de ser el primer templo levantado en Saltillo.
Incluso se dice, sin que haya aún forma de comprobarlo, que dentro del edificio rojizo y de fachada discreta elegida por los franciscanos, se encuentra el que habría sido el primer muro construido en la ciudad.
A San Esteban lo nombraron así para rendir tributo al santo de los tlaxcaltecas, pobladores que los españoles mandaron traer desde el sur del país para habitar estas tierras.
En 1592, cuando Fray Lorenzo de Gavira dio por inaugurada la parroquia, habían pasado sólo 15 años desde la fundación de Saltillo.
Antes de haber sido designado espacio para una iglesia, en aquellos solares hubo un convento franciscano en 1582.
Y este, como la mayoría de parroquias, capillas e iglesias qué estamos por abordar, fungió como un camposanto en el que se enterraban a los difuntos tan cerca del altar como sus posibilidades económicas se lo permitieran, y tan lejos como pobre se fuera.
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LA CAPILLA
A inicios del siglo XVII en el cruce del hoy callejón Santos Rojo y la calle Miguel Hidalgo, existió una capilla de adobe que había sido construida por los fundadores de la villa. Ahí se le rezaba a la imagen del Santo Cristo, misma que se mantiene hasta ahora.
Aquella construcción pasó del adobe a la piedra en 1690 y 55 años más tarde, en 1745, se inició el levantamiento de la actual capilla del Santo Cristo. Josefa Báez de Treviño hizo posible la edificación de la capilla gracias a que donó parte de la herencia que le dejó su marido Bartholomé de Elizarrarás y Cuéllar, capitán.
En el camposanto ubicado dentro de la capilla del Santo Cristo se enterraba a las personas más ricas de la villa.
LA MONUMENTAL
Más que vecina de la capilla del Santo Cristo, la catedral de Santiago llegó para conformar una dupla arquitectónica. La edificación de la catedral que conocemos actualmente la comenzó Felipe Suárez de Estrada en 1745 y la terminó el párroco Pedro Fuentes en 1800.
Hasta finales del siglo XIX este inmueble de piedra y adobe tuvo la categoría de parroquia. Se convirtió en catedral cuando su torre mayor de 71 metros y 25 centímetros de altura estuvo lista en 1897.
En su libro: “La Catedral de Santiago de Saltillo, una fe transformada en monumento”, el autor Jorge Fuentes Aguirre dimensiona lo trascendente que fue la torre mayor para los saltillenses: “era como elevar a Dios una plegaria hecha con trabajos de cantería hasta llegar alto, más alto cada vez”.
De igual manera, la catedral fue un camposanto que cerró oficialmente en 1825 a causa de la epidemia de sarampión y lo difícil que era controlar los contagios de la enfermedad.
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LA PLANEADA
Aunque la construcción de la Iglesia de San Francisco de Asís empezó a proyectarse en octubre de 1615, y se estimaba que los trabajos de obra tendrían una duración de 16 meses, fue hasta 1787 cuando los planos se volvieron una realidad.
La iglesia se colocó en la actual calle Benito Juárez, en unos terrenos donados por el Ayuntamiento y con la aprobación del gobernador de la entidad, Pedro Fueros.
Hasta 1842 el camposanto del convento de San Francisco, instaurado en esta misma iglesia, sirvió como camposanto provisional hasta que las autoridades optaron por mantenerlo abierto hasta 1842, cuando se decidió buscar terrenos más lejanos a las zonas pobladas.
EL COLEGIO
El origen de esta iglesia se remonta a 1775, cuando comenzó siendo una capilla que puso en pie la familia Arizpe. En 1879 inició la construcción de la iglesia que conocemos actualmente, su proceso de levantamiento tardó 11 años.
Esta iglesia tuvo la peculiaridad de compartir espacio con el Colegio de San Juan, mismo que fue fundado por el obispo de la Diócesis de Linares, Francisco Vera, corriendo 1878.
Al norte, la calle Mariano Escobedo, al oriente Miguel Hidalgo y al poniente Ignacio Allende, una de las características más destacadas de la iglesia es la cúpula que cuenta una historia de milagro.
En 1942 la cúpula se desplomó de la nada, no hubo muertos o lesionados, y fue restaurada años más tarde.
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Desde que la parroquia de San Esteban de la Nueva Tlaxcala tomó forma en 1592, la construcción de templos católicos en la ciudad no se ha detenido. La Diócesis de Saltillo inauguró la más reciente de sus obras el pasado 24 de marzo en la vialidad Los Valdez, la nombraron iglesia de Santiago Apóstol.
Y como en los inicios, la edificación de los templos sigue dándose para cubrir la demanda de los creyentes, pretendiendo llevar la fe católica a la mayoría de las zonas posibles.
“Nos hemos dado cuenta que en Saltillo, siendo un área metropolitana de un millón de habitantes, hay zonas que tienen pocos servicios o una parroquia para demasiada gente. Queremos acercar los servicios de evangelización, catequesis, celebración y solidaridad en cuestión social a la gente para que no tenga que ir tan lejos”, comentó el obispo Hilario González García.
*Con información de Alma Valdés, Carlos Recio, Mario Carrillo, Pablo M. Cuéllar y Archivo Municipal de Saltillo.
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