Café Montaigne 320: Alimentos terrenos, estómago de acero

Opinión
/ 28 noviembre 2024

¿De qué se compone un hombre, un humano? Acaso sólo somos un pedazo de huesos, linfa y tendones. Bueno, y un tanto de inteligencia y sentido común. Un poco de instinto, igual que los animales. Pero los humanos dicen que eso de tener “inteligencia”, también la tienen los delfines, focas y hormigas. En fin, basura. Regresamos a la pregunta hoy planteada, ¿de qué se compone el hombre? Si leemos al filósofo y guerrero Marco Aurelio (121-189 D. de Cristo), en sus célebres “Meditaciones”, un hombre se compone de tres elementos: cuerpo, espíritu e inteligencia.

Y si tenemos cuerpo, hay que alimentar ese cuerpo, este cuerpo. ¿Eternamente? Sí y no. No hay contradicción de por medio. Lo he dicho antes en este generoso espacio, todo lo que entra debe de salir. De una u otra forma. Pero debe de salir para no morir. En otra parte de sus “Meditaciones”, Marco Aurelio vuelve a dar su definición antropológica/filosófica de lo que es un hombre, o lo que debería de ser: “...porque los demás obstáculos, o bien atañen a tu cuerpo, a ese cadáver animado, o son de por sí tales, que sin una falsa ilusión y relajamiento de la razón misma, no le lastiman ni le hacen el más mínimo daño...”.

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Y si usted o yo somos un “cadáver animado”, ese cadáver, esa “caña andante”, según Platón y Blair Pascal, necesita alimentos terrenos y muy sólidos para caminar entre las piedras y hacerle frente al viento hostil del norte. Y el cadáver debe de procesar esos alimentos por medio de una panza, un estómago de acero. Lea al gran Marco Aurelio al respecto: “El ojo sano debe de ver todo lo visible... también es necesario que el oído y el olfato sanos estén prontos a percibir cualquier sonido y olor; y el estómago robusto no menos debe de estar dispuesto a todo género de alimentos...”.

Gracias por leerme y gracias por hacer suya esta ya buena saga de textos sobre una cuestión fundamental: ir al retrete a cagar y mear. Hartos, hartos comentarios y glosas me han llegado de este tema. Hay mucho por explorar. Y claro de nuevo, comer es un placer. Un buen placer ¿qué alimentos son sus preferidos, señor lector: los higos –el alimento, la fruta de los filósofos–, una buena rebanad de sandía –la cual obliga a ir al baño en poco tiempo–, ni se diga la buena papaya; pero qué tal un par de huevos pochados con un buen tocino a un lado, o tal vez un filete de res, un buen triángulo de queso de cabra...?

Todos los anteriores alimentos se antojan, sin duda, pero... luego hay que ir al retrete a la deposición, hay que ir al trono: lugar igualitario para el siervo y el monarca. El presidente de Estado o la servidumbre. Lo mismo para el filósofo o el guerrero. La mesera o el gerente. Lea entonces la meditación 19 del gran, el gran Marco Aurelio: “Mira qué vienen a ser los hombres cuando comen, cuando duermen, cuando cumplen acceso, cuando se encogen para la deposición o cuando ejecutan otras funciones de esta índole. Observa luego lo que son dándose aires de importancia, engriéndose, encolerizándose, humillando a los otros con su superioridad... ¡A qué vendrán a reducirse muy en breve!”.

ESQUINA-BAJAN

Genial el gran Marco Aurelio. Todos somos el mismo cadáver andante en el retrete. Ir a cagar y mear no es cosa baladí. Es justo lo contrario, es de las acciones más importantes para segur viviendo. ¿Vivir eternamente? Es un “pensamiento espantoso”, lo escribió el filósofo George Steiner en su momento. Pero es una idea viva que la humanidad toda ha tenido en su momento y siempre. Es decir, nuestra naturaleza y llamado es vivir, no ir a la muerte. Bueno en teoría, pero en el aquí y ahora los suicidas, al menos en Coahuila, son legión. Prefieren morir a vivir.

Decía, la idea espantosa de querer ser eternos. Al respecto Marco Aurelio, citando a la vez a Platón, transcribe un aforismo breve, bueno y lapidario:

“Mediante alimentos, bebidas y sortilegios,

Se intenta desviar el curso del destino, para evitar la muerte”.

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Hago notar su atención y acento, señor lector, en lo siguiente. La tríada matona de la cual he estado aquí hablando en diferentes sagas de textos, como lo es en el espacio dominical de “Salpicón”, en “Block de Notas” y, claro, nuestro encuentro de hoy, “Café Montaigne”. Viene el acento: alimentos, bebidas y sortilegios. Magia, pues.

La nómina va creciendo conforme mis lecturas avanzan. Es decir, esto de los venenos en comidas, pócimas y brebajes va aumentando y varía de acuerdo al clima, región, país, estado; varía de acuerdo con los autores, los textos y la propuesta de cada uno de ellos, en fin, es tema de un capítulo, sino que de un libro completo sobre el tema apasionante en que se ha tornado.

Pero regresemos al tema fuerte y duro: ir al retrete. ¿No puede ir a cagar y mear como Dios manda? Lo más probable es que usted muera pronto. Y creo usted también ya lo ha notado, ya pocos van al baño. El estreñimiento es un problema grave de salud física y mental. Vamos pues, lea lo siguiente para probárselo y hacer el gran final de hoy. En el “El Talmud” se reza...

LETRAS MINÚSCULAS

“El vino es el mejor de los remedios, allí donde no hay vino es donde debemos recurrir a otros medios farmacéuticos”. Raimundo Lulio llamó al vino, “agua de la vida”. Pablo le recomienda a Timoteo beber vino y no agua para su padecimiento de la panza...

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