La reforma electoral: un eslabón en la segunda etapa de la Cuarta Transformación y un signo claro del cambio de régimen
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La Comisión Presidencial para la Reforma Electoral tiene como propósito central adecuar las formas de representación política a la nueva realidad social y al mandato popular, desplazando concepciones institucionales que respondían a un orden político ya superado
En su discurso de toma de protesta como presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, el 1 de diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador afirmó: “Por mandato del pueblo iniciamos hoy la Cuarta Transformación política de México. Puede parecer pretencioso o exagerado, pero hoy no sólo inicia un nuevo gobierno, hoy comienza un cambio de régimen político”. Con esta declaración, el entonces mandatario no sólo ratificaba una promesa de campaña; establecía un horizonte histórico: la sustitución de un modelo político, económico y social que había regido por más de tres décadas.
El sexenio lopezobradorista, pese a contar con un respaldo popular inédito en la historia reciente, se enfrentó a resistencias estructurales de carácter empresarial, judicial, mediático y político. Estas tensiones no son exclusivas de México: la literatura comparada muestra que los procesos de cambio de régimen –en particular aquellos de orientación progresista– suelen hallar obstáculos formidables en las élites económicas, los aparatos institucionales heredados y los marcos jurídicos diseñados para preservar el statu quo. Aunque se alcanzaron avances significativos, el sexenio no bastó para desmontar los efectos acumulados de 36 años de neoliberalismo, caracterizado por la concentración de privilegios, la erosión de la capacidad estatal y la mercantilización de lo público.
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En 2024, la ciudadanía refrendó de forma mayoritaria su apoyo a la continuidad del proyecto transformador, otorgando a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo un mandato claro para encabezar lo que ella denominó, en su propio discurso de toma de protesta: “Hoy inicia la segunda etapa: el Segundo Piso de la Cuarta Transformación de la vida pública... para bien de México, de todas y todos, vamos a continuar con el Humanismo Mexicano, con la Cuarta Transformación”.
Aquí es donde nos encontramos. En un proceso transexenal de modificaciones sin precedentes. El momento político actual se caracteriza por cambios estructurales profundos que, en apenas siete años, han logrado hitos medibles, como la salida de más de 11 millones de personas de la pobreza. Se asiste a una reconfiguración de las funciones estatales bajo un esquema de rectoría renovada, donde el Estado de bienestar comienza a consolidarse como política de Estado y no como un programa. La transformación alcanza a los tres poderes: primero el Ejecutivo, luego el Judicial y, ahora, el Legislativo. En este último ámbito se inscribe la reciente creación de la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral, cuyo propósito central es adecuar las formas de representación política a la nueva realidad social y al mandato popular, desplazando concepciones institucionales que respondían a un orden político ya superado.
Esta marea de cambios desembocará en un cambio de época. Pero las voces del viejo régimen desdeñan la posibilidad de asimilar lúcidamente un fenómeno sociopolítico complejo que pasa frente a sus ojos, o quizá simplemente les sobrepasa. Muchos creen que la historia sólo se lee. Desde sus tribunas, desestiman la legitimidad de las transformaciones en curso o las reducen a lecturas simplistas, ignorando que se trata de un asunto cuyo actor principal no es una figura presidencial, sino el pueblo organizado que exige una democracia más representativa y sustantiva.