La tragicomedia de ‘El Tigre’ Mejía (1)

Opinión
/ 31 mayo 2023
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En este proceso electoral, Ricardo Mejía Berdeja hizo suya aquella frase de Carlos Marx, inscrita al inicio de “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”: “La historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa”. En este caso, Mejía tuvo la virtud, además, de atravesar su actuación con la puñalada de la traición.

Por ello, para el filósofo esloveno Slavoj Zizek, la repetición tigresca “a modo de farsa fue más terrorífica que la tragedia original”.

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Primer acto: La tragedia: ¡Aguas Coahuila! ¡Qué ahí viene el Tigre! ¡Groooaaarrr!

Desde inicios del 2021 empezó un rumor insistente: Mejía Berdeja era el ungido de AMLO. Y viene por la gubernatura de Coahuila con el apoyo del aparato de Estado del gobierno federal, los programas sociales de la delegación estatal morenista y los recursos económicos de los gobernadores pro morenistas de Sonora, Tamaulipas y San Luis Potosí”.

La contundencia del mensaje era tal que priistas como Jorge Luis Morán y Shamir Fernández no dudaron en traicionar a su referente político más entrañable por cercano: el gobernador Miguel Riquelme.

El lagunero Mario Cepeda, operador territorial priista, vivió con su hija un acto de traición interrumpida, porque su base territorial lo abandonó a su suerte. Hoy es fecha que todavía no puede sostenerle la mirada al partido que le dio hasta la risa: de lujos y excesos.

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En esa ocasión, el expriista Noé Garza Flores no traicionó a nadie. Ya había traicionado a Rubén Moreira en 2017 para irse con “El Bronco” y ser titular de Codefront. Posición desde la cual fue acusado por actos de corrupción. Garza buscó a Mejía por protección.

También hubo muchos priistas en Saltillo y Torreón, por ejemplo, que convertidos en equilibristas del Circo Atayde empezaron a caminar por la cuerda floja con esta frase que repetían en silencio para no caerse en el abismo: “Estoy con Manolo, pero también con Mejía”. Por ello, para presumir cercanía, afanosos buscaron en el baúl de sus recuerdos fotografías con Mejía en México Nuevo, en la CNOP estatal o hasta en fiestas infantiles, bautizos, borracheras adolescentes, carnes asadas o partidos del Santos.

El panista Rodolfo Walss, asfixiado por la hidra de sus propias vísceras y aislado hasta de su familia cercana, dejó el PAN para refugiarse en el resentimiento y la venganza de “El Tigre”.

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¿Le importó a cualquiera de esos mejistas renacidos su falta de arraigo después de vivir en la CDMX y Guerrero por 18 años? No.

¿Le importó a esos mejistas las acusaciones que lo vinculaban con el crimen organizado en las personas de Salvador Llamas Urbina y Ricardo Peralta, dirigente de la asociación civil “Alianza Patriótica por la 4T”? No.

¿Le importó a ellos que en su desesperado esfuerzo por posicionar su nombre, Mejía haya tapizado de espectaculares el estado con recursos desconocidos y haya, por ello, infringido disposiciones electorales a rajatabla? No.

¿Le importó a esos reconvertidos que la llegada de Mejía destruyera nuestra calidad de vida −en empleo, inversión y seguridad− y acabara nuestro blindaje de la destrucción de la 4T a nivel nacional? No.

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Es más, ni los tiktoks de Mejía, en los cuales bailaba como Tigre reumático a punto del soponcio por un golpe de calor lagunero, disminuían el fervor de sus renacidos porque sentían que su causa era avalada por el mero Preciso desde Palacio Nacional y, por ende, se imaginaban en Palacio Rosa con Mejía, mientras cobraban cuentas pendientes a sus enemigos reales o imaginarios, a partir del odio, el resentimiento y la venganza tan cercanos al corazón de Mejía y de ellos, sus seguidores.

En ese momento, Mejía era un Tigre de Bengala de porte real: feroz, hambriento y depredador, con un peso de 250 kilos y un largo de 3 metros.

La comedia estaba por empezar: para demostrar cómo el Tigre de Bengala terminaría por ser un gatito miau-miau (así, en minúsculas) nada más.

(Continuará).

Nota: El autor es director general del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución

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