Las tiendas de alimentos ofrecían principalmente latas, conservas, vinos y ultramarinos, porque la harina, los granos, las sopas, los dulces y lo que se consumía a diario se vendía en las tiendas de la esquina y las del barrio, aunque sí había dulcerías y también los dulceros callejeros que cargaban una vitrina y sus patas de tijera y se establecían en cualquier calle o placita.