En muchas de las ocasiones, me he ido formando que él nos regala en voz del narrador ubicuo, don Fabrizio al saberse o pertenecer a una estirpe de abolengo en decadencia y casi a punto de desaparecer, las dinastías monárquicas, nos regala el siguiente testimonio: “...el último Salina era él, el escuálido gigante que en aquel momento agonizaba en el balcón de un hotel.